Dice
la sabiduría popular que: "Todo lo que sube, baja". Al
margen de la amplitud del alcance de este dicho, hablando estrictamente
esto no siempre es cierto.
Y este hecho
está relacionado con los agujeros negros.
Imaginemos por
un momento que estamos inmersos en la novela "De la Tierra a la Luna"
de Julio Verne.
Nos encontramos
en Stone Hill cerca de la en la ciudad de Tampa Town en Florida donde
el Gun-Club acaba de excavar y fundir, el gigantesco cañón
Columbiad que con sus 274 m de longitud y 2,74 m de diámetro,
lanzará en breve un proyectil, el Atlanta, hacia la Luna.
Tampa -Town
En nuestra intervención
imaginaria en la novela de Julio Verne, se nos permitirá realizar
pruebas previas del cañón con diferentes cargas de algodón
pólvora ( nitrocelulosa ), que nos permitirán variar la
velocidad de salida del proyectil.
Con cargas modestas
para la capacidad del cañón se cumplira el principio "Todo
lo que sube, baja" y así obsevaremos que el proyectil alcanza
una cierta altura dependiendo de la carga del cañón e inevitablemente
vuelve a caer sobre la superficie de la Tierra.
Pero sabemos
que el cañon está diseñado para enviar un proyectil
a la Luna, es decir para conseguir que el Atlanta abandone la
Tierra. Esto se consigue en la novela con una carga de unas 122 toneladas
de algodón pólvora.
El Atlanta
Esta carga imprime
al proyectil una velocidad inicial de 16 km por segundo (57.600 km/h)
y esta velocidad se reduce por efecto del rozamiento atmosférico
a 11 km por segundo (39.600 km/h)
El disparo hacia la Luna
Esta última
velocidad es suficiente para hacer que el proyectil abandone definitivamente
la atracción gravitatoria terrestre, es decir que no vuelva a caer
nunca sobre la Tierra.
Esta velocidad
se denomina velocidad de escape y depende en este caso de la
masa de la Tierra y del radio terrestre.
En general para
cualquier cuerpo celeste la velocidad de escape, es decir la velocidad
que se debe imprimir a un objeto para que escape a su campo gravitatorio,
viene dada por:
Siendo G
la constante de la Gravitación Universal ,
M la masa del cuerpo y R su radio.
En el caso de
la Tierra el radio es
, la masa
y la velocidad de escape es v= 11,19 kilómetros por segundo
es decir unos 40.284 km/h.
En la Luna esta
velocidad es de sólo 2,4 km/s unos 8.600 km/h
Esto es para
el caso de la Tierra y la Luna, ahora imaginemos que tenemos un cuerpo
celeste que su masa y su radio sean tales que hagan que esta velocidad
sea igual o superior a la máxima obtenible en el Universo: La velocidad
de la luz.
Tendremos un
objeto del que ni siquiera la luz puede escapar a la atracción
gravitatoria. La luz es incapaz de escapar de él y por tanto no
emite ninguna radiación. Tenemos lo que denominamos un agujero
negro.
Antes de continuar
con el tema es necesario indicar que el fantástico cañón
ideado por Julio Verne, sería incapaz de enviar un proyectil a
la Luna. Cálculos modernos más precisos y con la utilización
de explosivos más potentes que el algodón pólvora
indican que la longitud mínima del cañón debería
ser de unos 900 m.
Obtener una
velocidad de 11 km/s en un recorrido de 900 m, necesita que la carga del
cañón imprima al proyectil aceleraciones del orden de 20.000
veces las tolerables por un ser humano. El proyectil debería ser
construido del mejor acero y ser prácticamente macizo para poder
soportar estas enormes aceleraciones sin aplastarse a sí mismo.
En la novela está construido de aluminio y en su interior viajan
tres personas.
Un viaje tripulado
imposible de realizar a cañonazos, pero realizable en la imaginación
de Julio Verne en el siglo XIX.
Los agujeros
negros fueron previstos por la Teoría General de la Relatividad
de Einstein, en ella se muestra como un cuerpo lo suficientemente masivo
curva en sus alrededores el espacio-tiempo de forma que ni la luz puede
salir de él.
Esquema de la distorsión de un espacio plano por
un objeto masivo
Aunque nos parezca
increíble, el tiempo no transcurre por igual en todas partes y
se ve influído por la gravedad, así cuanto más fuerte
es, más lentamente transcurre.
Esto hace que
un reloj situado al nivel del suelo vaya más lentamente que uno
situado en lo alto de una torre. El efecto es muy pequeño pero
se llegó a medir en 1972 por medio de relojes atómicos,
uno de ellos en tierra y el otro a bordo de un cohete a 10.000 km de altura.
Hoy en día
este efecto de enlentecimiento del tiempo se tiene en cuenta en el sistema
GPS en el que relojes atómicos en órbita terrestre determinan
la precisión del sistema. Si no se tuviera en cuenta este efecto
relativista, el sistema sería impreciso.
Siguiendo este
efecto, a medida que nos acercamos a un agujero negro aumenta la fuerza
de la gravedad , el tiempo se enlentece y llega un momento en el que se
detiene.
Esto ocurre
a una distancia r=2GM/c2 de
su centro (c es la velocidad de la luz, 300.000 km/s).
Es el denominado
radio de Schwarchild.
A esta distancia
se forma una superficie esférica en torno al agujero negro que
es el llamado horizonte de sucesos.
Mas allá
de este punto el tiempo vuelve a existir pero se comporta de una forma
no habitual para nosotros mostrando una componente matemática imaginaria
que indican que quizás transcurra en una quinta dimensión
diferente de las cuatro habituales del espacio-tiempo.
Nada que supere
el horizonte de sucesos podrá jamás salir del agujero negro,
ni tan sólo la luz que aunque no se ve afectada por la gravedad
si lo está por la curvatura del espacio. A partir de este punto
esta curvatura es tal que ni siquiera la luz puede escapar al agujero.
Evidentemente
en un cuerpo celeste "normal" el tiempo tambien se enlentece
a medida que nos acercamos a su centro pero este efecto es normalmente
insignificante. Sólo la elevada relación masa/radio del
agujero negro hace posible que la velocidad de escape supere la de la
luz.
Ahora surge
una pregunta: Si un agujero negro no emite ningún tipo de radiación.
¿Podemos detectarlo?
Evidentemente
un telescopio jamás podrá "ver" un agujero negro
ya que no emite ningún tipo de luz, pero si que serán medibles
las desviaciones de las trayectorias de estrellas próximas.
Supongamos
un sistema binario de estrellas (dos estrellas muy cercanas girando la
una alrededor de la otra) en el cual una de las estrellas es visible y
de la cual podemos calcular su distancia a la Tierra y su masa.
Esta
estrella visible realizará unos movimientos oscilatorios en el
espacio debido a la atraccióngravitatoria de la estrella invisible.
A partir de estos movimientos se puede calcular la masa de la estrella
invisible.
Si esta estrella invisible supera una masa de unos 2'5 veces la masa de
nuestro sol,
tendremos que suponer que se trata de un agujero negro.
Si
esta estrella visible se halla lo suficientemente cerca del agujero, parte
de su materia será atraída por éste y esta atracción
hará que las partículas atraidas adquieran velocidades cercanas
a las de la luz. En estas condiciones emitirán rayos X que son
detectables desde la Tierra.
Un
ejemplo de objeto que reúne estas condiciones es Cignus - X1 que
es una poderosa fuente de rayos X y la estrella invisible tiene una masa
superior a 2,5 veces la masa de nuestro sol.
Hay
muchos más candidatos a ser agujeros negros, algunos de ellos supermasivos
como A06200-00.
La fuente de rayos X A06200-00 en la constelación
de Unicornio, marcada con una cruz en un atlas celeste del siglo XIX
Por
último tenemos el llamado disco de acreción que
es una estructura en forma de disco formada por las partículas
atrapadas por el agujero negro procedentes de estrellas vecinas. Este
disco alimenta al agujero en su aumento de masa y su formación
se rige por el principio de conservación del momento angular.
Cignus - X1: La estrella HDE 226868 es una supergigante
cuya estructura exterior está cerca de un probable agujero negro
Dicho
de otro modo es la estructura de mínima energía formada
por partículas que se puede formar alrededor de un agujero negro.
en su formación intervienen fuerzas como la centrífuga y
las magnéticas.
Los
discos de acreción más activos presentan fuertes chorros
de emisión de materia a lo largo del eje de rotación. Este
fenómeno se denomina comúnmente difusión ambipolar.
La estructura y naturaleza de los mecanismos de emisión en chorro
no se conocen con precisión.
El núcleo de la galaxia elíptica gigante M87,
donde hay evidencia de un agujero negro supermasivo. También se
observa un potente chorro (jet) de materia eyectada por los poderosos
campos magnéticos generados por éste. Imagen tomada por
el Telescopio espacial Hubble
En
realidad todavía quedan muchas dudas sobre los agujeros negros.
Son un objeto surgido de la física teórica que están
siendo confirmados por la observación.
Un
objeto capaz de engullir todo aquello que se le acerque lo suficiente
y en cuyo interior el tiempo nos sea una cosa extraña no deja ni
dejará de excitar la imaginación.
Una
imaginación que se vé desbordada por la imposibilidad de
representar espacios de más de tres dimensiones.
Siempre
queda seguir pensando en algo más cercano como la Luna.
Las ilustraciones de la novela "De la Tierra a la
Luna" corresponden a la primera edición sobre 1870
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